José Guadalupe Luna Vázquez
Dentro del turismo existen dos ramas
principales, una, el turismo “tradicional”, el cual se desarrolla en torno a
zonas urbanas, monumentos, sitios históricos, playas y zonas arqueológicas; y
la otra rama, el turismo “alternativo”, que se desarrolla en zonas naturales y
el cual a su vez está conformado por tres tipos de turismo que son: el
ecoturismo, el turismo de aventura y el turismo rural, y es dentro de este
último en el que encontramos al turismo cinegético.
El turismo de aventura es un tipo de
turismo que implica exploraciones o viajes con una percepción y, posiblemente,
existencia real de riesgos, y que potencialmente requiere de destrezas
especiales o de ciertas condiciones físicas y se desarrollan en un ambiente
natural. Incluye actividades como montañismo, senderismo, rappel.
El turismo rural son actividades que se desarrollan en un ambiente
agreste, habitualmente en pequeñas localidades (menores a los 1000 o 2000
habitantes), o fuera del casco urbano en localidades de mayor tamaño. Las
instalaciones suelen ser antiguos caseríos que, una vez rehabilitados, reformados
y adaptados, suelen estar administrados familiarmente, ofreciendo un servicio
de calidad, en ocasiones por los mismos propietarios. Las actividades del
turismo rural van desde el agroturismo, el cual ofrece actividades relacionadas
con el mundo agrario y rural: alimentación con productos de cosecha propia,
alquiler de caballos, viajes en carro, etc. (Ref 1), y donde es ciertamente
impactante ver el grado de lejanía que ha alcanzado la cosmovisión de la vida
en la ciudad a la del campo: mientras que un jornalero trabaja cosechando para
recibir un pago, un turista citadino paga por
la experiencia de cosechar.
Hasta el ictioturismo el cual consiste en la pesca lúdica o deportiva y,
por supuesto, el turismo cinegético el cual consiste en el aprovechamiento de
un ejemplar de fauna silvestre por medio de la caza y en el cual según SEMARNAT
y Conafor (2009: p.11): ofrece recreación y experiencias cuyo valor
sobrepasa el precio comercial de las presas obtenidas, tal como sugiere el llamado
valor cinegético de una especie. El valor material del producto de la caza, y
los rasgos biológicos del animal, hacen de su búsqueda y captura, un reto y
experiencia interesantes.
La Sociedad Internacional de
Ecoturismo (TIES) define ecoturismo como "un viaje responsable a áreas
naturales que conservan el ambiente y mejoran el bienestar de la población
local" (Ref 2). El genuino ecoturismo debe seguir los
siguientes siete principios, tanto para quienes ofrecen los servicios como para
sus beneficiarios:
1.- Minimizar los impactos
negativos, para el ambiente y para la comunidad que genera la actividad.
2.- Construir respeto y conciencia
ambiental y cultural.
3.- Proporcionar experiencias
positivas tanto para los visitantes como para los anfitriones.
4.- Proporcionar beneficios
financieros directos para la conservación.
5.- Proporcionar beneficios
financieros y fortalecer la participación en la toma de decisiones de la
comunidad local.
6.- Crear sensibilidad hacia el
clima político, ambiental y social de los países anfitriones.
7.- Apoyar los derechos humanos
universales y las leyes laborales.
Principios que en mayor o menor
medida pueden estarse cumpliendo causando algún tipo de bienestar social, pero
en cuanto al apoyo a la conservación de la fauna silvestre y sus hábitats concretamente,
poco es lo que tiene de relevante por las razones expuestas a continuación.
El ecoturismo se realiza casi exclusivamente en áreas protegidas con un
valor escénico y paisajístico excepcional, pues para realizar esta actividad es
necesario identificar y agrupar áreas con potencial turístico, es decir, zonas
en las que existen primeramente, atractivos turísticos suficientes, en términos
de calidad y cantidad, como para justificar el desarrollo de la actividad
(Báez, 2003: p. 51), dicho de otro modo, todo paisaje sea rural, natural o
urbano tiene ya un valor escénico intrínseco, así que, ¿porqué cobrar el
disfrute de un paisaje natural en particular?, pues porque éste debe tener un
reconocimiento de características únicas que lo hacen atrayente, tal es el caso
de las reservas de la biósfera que son matrimonio natural de la humanidad en
nuestro país (el pinacate y desierto de altar, el vizcaíno, islas del golfo de
California , la reserva de la mariposa monarca y shian ka´an), pero las reservas de la biósfera ni cualquier
tipo de área protegida se crean sólo por valores escénicos o para atraer
turistas.
Los datos en nuestro país proporcionados por CONABIO y PROFEPA (Ref 3),
tanto como los arrojados a nivel mundial
señalan que en la actualidad la causa principal de la pérdida de la
biodiversidad es la destrucción de los ecosistemas, provocada principalmente,
por su transformación a campos agrícolas y potreros. Le siguen en importancia la
sobreexplotación de las poblaciones para su consumo o comercio, que en muchos
casos se realiza de manera ilegal, la introducción de
especies exóticas y el cambio climático global (donde en ningún momento
el aprovechamiento racional, controlado e informado de los recursos naturales
renovables tales como la organización cinegética figuran entre estas causas).
Ante este problema, se han creado las áreas naturales protegidas, que a nivel
mundial siguen el siguiente esquema de zonificación (Ref 4) para protegerlas de
la “presión” ejercida por las actividades antropogénicas:
El área central o núcleo que es un área legalmente establecida y que da
protección a largo plazo a los paisajes, ecosistemas y especies que abarca.
Debe ser lo suficientemente grande para cumplir con estos objetivos de conservación,
ya que el grado de la presión ejercida por las actividades humanas a las áreas
protegidas es inversamente proporcional al tamaño del área protegida misma, es
posible que haya varios núcleos en una sola área protegida para asegurar una
buena representación del mosaico de sistemas ecológicos. Normalmente, en el
núcleo no se realiza actividad humana alguna, excepto actividades de
investigación y seguimiento y, en ciertos casos, actividades de recolección
tradicional por parte de las comunidades locales, así que se puede decir que el
área núcleo es la “verdadera“ área protegida.
La zona de amortiguamiento es aquella que está claramente delineada y que rodea o es contigua al núcleo. Las
actividades que se organicen aquí no deben entorpecer los objetivos de
conservación del núcleo sino más bien ayudar a protegerlo, de aquí la idea de “amortiguar” la presión ejercida por
las actividades humanas afuera del área protegida. Es aquí donde se puede
realizar la actividad cinegética o el ecoturismo u otras actividades como pueden
ser un área para investigaciones experimentales para, por ejemplo, descubrir
maneras de gestionar la vegetación natural, terrenos agrícolas, bosques,
pesquerías, con miras a mejorar la producción de alta calidad al tiempo que se
conservan, lo más que se pueda, los procesos naturales y la biodiversidad
incluyendo los recursos de suelo. Igualmente, también es posible realizar
experimentos en la zona de amortiguamiento que exploren cómo rehabilitar las
áreas degradadas.
El área exterior de transición, o área de cooperación que se extiende hacia el exterior del área
protegida, es aquella en la cual puede haber actividades agrícolas diversas,
asentamientos humanos y otros usos. Es aquí donde las poblaciones locales,
agencias de conservación, los científicos, las asociaciones civiles, los grupos
culturales, las empresas privadas y otros interesados laboran conjuntamente
para gestionar y desarrollar sosteniblemente los recursos de la región para
beneficio de las personas que viven en el lugar. Teniendo en cuenta el rol que
las áreas protegidas deben jugar en la promoción de la gestión sostenible de
los recursos naturales de la región donde se encuentran situadas.
No obstante, en un área protegida que sólo realiza actividades
ecoturísticas, en términos de fauna silvestre eventualmente se presentarán dos
problemas: sobrepoblación y endogamia. Esto es debido a que las áreas
protegidas crean “islas”, puesto que, si bien, son áreas en las que el cambio
de uso de suelo se ha detenido, éstas se aíslan de otras áreas naturales a
consecuencia del esquema de zonificación explicado arriba causando
interferencia en los procesos ecológicos que regulan las poblaciones y cortando
el flujo de genes entre éstas, ya sea de una o varias especies dadas. Es bajo
la primicia de este problema, y basado en la teoría del equilibrio de
biogeografía de islas postulada por MacArthur y Wilson en los años 60 del siglo
XX (Ref 4) que se crea la necesidad y se fundamenta respectivamente la idea de
“Corredor Biológico”. La definición de corredor biológico puede cambiar según
los años y el autor que se trate, pero su función es siempre la de crear
conectividad entre áreas protegidas para facilitar el flujo de genes creando
poblaciones de fauna silvestre con suficiente variabilidad genética para ser
viables.
Pero, ¿Por qué no surgen estos problemas en UMAs o en ranchos
cinegéticos o en cualquier sistema de producción agrosilvoforestal (como la
dehesa) en los que se realiza actividad cinegética?
¿Por qué no surge la necesidad de
un corredor biológico en este tipo de sitios?
Pues no surgen en razón de que las actividades ecoturísticas, aun las
que están basadas en la fauna, como la así llamada “cacería fotográfica”, la toman sólo como un recurso escénico del
paisaje y dan valor sólo al concepto de su belleza, este aprovechamiento tan
superfluo no genera un manejo de poblaciones, ni un manejo de hábitat o, de ser
necesario, un mejoramiento de hábitat, con fotografías tampoco se llenan los
bancos de germoplasma, los cuales son la herramienta definitiva para asegurar
la variabilidad genética de una especie de manera ex situ, ni crea la necesidad
de la continua regeneración de la fauna como un negocio rentable. El manejo de
hábitat continúa siendo en este tipo de aprovechamiento un gasto para la
institución gubernamental correspondiente y por ende, para la sociedad, en
resumidas cuentas, la naturaleza es más que bellos paisajes y la gestión
ambiental es más que tomar fotografías.
Caso contrario, sea en un área de amortiguamiento o en lugares como los
citados arriba, la actividad cinegética da valor no sólo al concepto de
belleza, sino que dota a cada ejemplar de fauna silvestre susceptible de
aprovechamiento de un valor económico evidente, causando que los productores
agropecuarios convencionales puedan ofertarlos produciendo una diversificación
de sus actividades económicas, es decir, produce una diversificación de las
actividades productivas del campo, así como una socialización de los recursos
naturales y un empoderamiento por parte de las comunidades rurales, las cuales
son siempre las más marginadas y olvidadas tanto de nuestro país como a nivel
mundial.
A su vez, al ser la actividad cinegética del orden extractivo, en virtud
de poder seguir ofertando la fauna, crea en las personas, comunidades u
organizaciones del ámbito rural la necesidad de su continua regeneración para
su aprovechamiento futuro, haciendo que estas personas conciban los esfuerzos
de conservación de la fauna silvestre y sus hábitats dentro de sus deberes
inmediatos, y como elemento principal de su bienestar y desarrollo.
Convirtiendo a la conservación, de una actividad que en mayor o menor medida
depende de donativos o del altruismo de algunos, a ser una actividad económica
rentable. Lo cual coincide con lo postulado por el Safari Club International
(S.C.I.) en (Bournissent, 2014: p. 30):
Sólo la explotación económica de la fauna silvestre puede actuar en su
preservación, ya que el interés de los dueños de la tierra únicamente
coincidirá con la supervivencia de la fauna salvaje si obtiene un provecho de
ella. De otra forma procurará eliminarla para que no perjudique su explotación
agropecuaria
Es por este cúmulo de razones que se puede afirmar que la actividad
cinegética es un medio legítimo de conservación como ya lo habría sugerido Zaccagnini
y Veturino (1992) “...la caza deportiva manejada sustentablemente sería una
medida de conservación más “realista” y exitosa que la mera prohibición,
pudiendo generar una importante cantidad de recursos para la región” (Ref 5). Y
quizá, de hecho, es factible decir que es el segundo mejor método de
conservación sólo después del control demográfico mundial, cuestión en la que
siempre se hace poco o nulo hincapié al hablar de conservación.
Es en esta cuestión del número de personas, en la cual las actividades ecoturisticas
también pueden resultar contra producentes en su objetivo general que es la conservación. Se ha argumentado que
el ecoturismo, al ser una actividad para todo público, esto es, un mercado
abierto y la actividad cinegética, al ser dirigida a un público especifico, es
decir, un mercado mucho más reducido, el ecoturismo genera mucho más dinero. Pero
aun bajo este supuesto, es necesario comprender que ya no es una cuestión de
dinero, sino de qué produce ese dinero.
Los ingresos del ecoturismo pagan
el sustento de las personas que se dedicaban a las actividades agropecuarias convencionales
en la región natural que cumple con los suficientes atractivos turísticos a
condición de que ya no exploten los recursos de la misma, es decir, estas
personas pasan de dedicarse a una actividad primaria (agropecuaria) a una
actividad terciaria (servicios), así se detiene el cambio de uso de suelo,
hasta ahí bien, pero con todo lo expuesto hasta ahora es claro que hablando en
términos de conservación de la fauna, esto es insuficiente. La conservación de
la naturaleza necesita más que un cambio de sector productivo, necesita una
forma distinta de relacionarse con los recursos naturales que no implique la
destrucción de ecosistemas enteros. Todos los satisfactores, de todo tipo, que
consume la sociedad vienen en última instancia de los ecosistemas, es por esta
razón que la medida de conservación definitiva es el control demográfico, de
igual manera es por esto que necesitamos que la gente del ámbito rural se
dedique al campo y no a atender turistas, ya desde aquí, la idea que podrían
sostener algunas personas de que el futuro de la conservación es convertir a
los ecosistemas en parques de diversiones, y que inclusive enarbolan esta idea
como bandera, no es viable. Asimismo actualmente hay autores, organizaciones y
personas que quieren hacer pasar el ecoturismo como un turismo de masas, cuando
no lo es, no hay ninguna razón por la cual un turista cinegético (cazador) esté
en contra del ecoturismo o no pueda disfrutar de sus actividades, no obstante,
es necesario ser conscientes de que mientras más personas haya en un área
natural, mayor es la presión ejercida al área misma, pasa lo mismo con zonas arqueológicas
y sitios históricos, el propio vaivén de las personas deteriora estas áreas, de
igual manera las actividades y la infraestructura utilizada en el ecoturismo
para recibir un número elevado de personas será contraproducente entorpeciendo
los objetivos de conservación.
La actividad cinegética, por su parte, y aun siendo un nicho más
reducido, ofrece una actividad económica que no depende de la modificación del
ambiente para producir satisfactores, sino todo lo contrario, depende de un
manejo de hábitat previo para su ejercicio, el precio de un cintillo detiene el
cambio de uso de suelo en una región, paga el manejo de hábitat del año en
curso y estimula el del año próximo, a su vez el propio ejercicio de la
actividad cinegética es el causante del control de poblaciones y la variabilidad
genética, pues como ya se ha explicado, no podríamos, por ejemplo, tomar
fotografías de un ejemplar hasta que le cambien los genes. Procurar la
variabilidad genética y el control poblacional se da a partir de la extracción
selectiva de ejemplares específicos por medio de la actividad cinegética, cosa
que no se logra por medio de la depredación natural ya que un depredador no
pude ser selectivo con su presa, sólo un cazador puede. Es por esto que se
nulifica la necesidad de crear un corredor biológico en UMAs y ranchos
cinegéticos e inclusive bajo la decisión de crear uno, estos sitios dedicados a
la actividad cinegética son necesarios para crear la conectividad, ya que
detienen el cambio de uso de suelo entre un área natural y la otra(Ref 6). Por
estas razones se puede decir que sólo el dinero generado a través de la
organización cinegética es en realidad dinero “ecológico” o dinero “verde” si
se prefiere, aunque a decir verdad, los efectos positivos de la caza regulada
no son nada nuevo ni cosa del otro mundo, las culturas precolombinas de Norteamérica,
famosas por su conexión “mística” con la naturaleza, no conocían el concepto de
actividad pecuaria, todos los satisfactores de origen animal (de consumo,
textiles, medicinales, etc.) que producían lo hacían por medio de la caza,
cuestión que se fundió junto con sus creencias mágico-religiosas, creencias muy
respetables en tanto en cuanto son cultura, pero una vez secularizado de este
tipo de temáticas y quedándonos sólo con los aspectos técnicos se da cuenta de
que no se trata nada más ni nada menos que de una cuestión de administración
del ambiente. Aspectos apreciables en el libro: “The Ecological Indian: Myth
and History” de Shepard Krech.
Sin embargo, contrastando con todo lo dicho hasta ahora, las
aportaciones a la conservación y al bienestar social que produce el ecoturismo
no concebido como un turismo de masas en los lugares donde se aplica, no tienen
razón de ser despreciadas, y en el lado contrario, la actividad cinegética
tampoco es una panacea, como lo indica propiamente SEMARNAT y
Conafor (2009: p.12): “ la Fauna Silvestre es el menos apreciado de los
recursos naturales renovables, porque no genera ganancias comparables con las
de recursos pesqueros o forestales, con muy pocas excepciones. Por lo tanto, la
Fauna Silvestre casi nunca es la base del desarrollo regional. Sin embargo,
cuando se maneja debidamente, puede constituir un importante recurso
complementario en grandes extensiones.” Esto es debido a que los satisfactores generados por los medios de
producción alternos en los que figura la organización cinegética no alcanzan a
cubrir la demanda de los mismos, siendo éste otro modo de llegar a la
conclusión de que el instrumento definitivo de conservación es disminuir la
demanda de estos satisfactores, lo cual sólo se podrá llevar a cabo teniendo
control en el crecimiento demográfico mundial.
No se trata de que un tipo de turismo sea mejor que el otro, sino de,
¿dónde conviene más un tipo de aprovechamiento?, ¿dónde conviene más el otro?, ¿en
qué regiones pueden darse ambos o ninguno?, ¿cómo pueden o deben complementarse
uno al otro? En la medida en la que sepamos contestar correctamente a estos
cuestionamientos, podremos decir que estamos propiciando un desarrollo
sustentable en nuestro país. Es aquí donde es conveniente citar a Marco Tulio
Cicerón, escritor, orador y político romano:
“No hay cosa que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su
propia vida”.
De las palabras de Cicerón se pueden rescatar dos puntos muy importantes
para las cuestiones que se están tratando aquí, el primero, es que si el hombre
puede jactarse de administrar y construir grandes empresas millonarias y
poderosas naciones, en primera instancia, también debería jactarse de administrar
su propia vida en función de ser armónica con su entorno. Siendo esto, aunque
ya sea insistencia, la medida definitiva de conservación. El segundo, la interrelación que deben guardar el
ecoturismo y el turismo cinegético, así como la consigna que debe guardar el
ecoturismo para no desviarse de su objetivo principal que es la preservación de
la naturaleza:
“La conservación de nada sirve sin administración”
BIBLIOGRAFÍA
Semarnat ; Conafor. (2009), Manejo
de Vida Silvestre, Gerencia de Educación y Capacitación, Guadalajara.
Bournissent, M. (2014), Turismo
Cinegético: Desarrollo y Potencialidad en La Provincia de Santa Fe, Universidad
Abierta interamericana, Santa Fe.
Báez, A. y Acuña, A. (2003), guía
para las mejores prácticas de ecoturismo en áreas turísticas, Comisión Nacional
para El Desarrollo de Los Pueblos Indigenas, México.
REFERENCIAS (en linea)
1.- Royo-Vela, Marcelo. “Rural-cultural excursion conceptualization: A local
tourism marketing management model based on tourist destination image
measurement”. Tourism Management, 30(3): 419-428, 2009.
2.-
http://www.ecotourism.org/what-is-ecotourism Definición
tomada del sitio oficial da International EcotourismSociety (inglês) 24-12-2007
3. - http://www.semarnat.gob.mx/archivosanteriores/informacionambiental/Documents/05_serie/yelmedioambiente/3_biodiversidad_v08.pdf
4.-
http://www.sinac.go.cr/corredoresbiologicos/documentacion/guia_oficializacion.pdf
5.- Zaccagnini, M. E. y J. J. Veturino, 1992.
Ducks in Argentina – a pest or a tourist hunting resource? A lesson for a
suitainable use.
6.- http://www.biodiversidad.gob.mx/corredor/cbmm/DOC/31_105.pdf
TEXTOS SUGERIDOS (en linea)
http://ictur.sectur.gob.mx/pdf/estudioseinvestigacion/segmentosyproductos/productos/Turismo_Cinegetico.pdf
http://imgbiblio.vaneduc.edu.ar/fulltext/files/TC115800.pdf
http://132.248.9.195/ptd2013/abril/305155960/305155960.pdf
http://www.biodiversidad.gob.mx/especies/especies_priori/fichas/pdf/pace_berrendo.pdf