Sobre la hojarasca

El latido de tu corazón comienza a sofocarte. Sientes los violentos martillazos en el pecho. Tratas de controlar tu respiración, pero por más que te esfuerzas se te escapa del cuerpo como bufidos estruendosos y delirantes. Contrólate. Respira profundo. Tranquilo. Sin embargo, cualquier intento por serenarte naufraga en la excitación y el nerviosismo. Estás totalmente exasperado. Caminas lentamente con tus sentidos agudizados. Todos los sonidos estallan con una nitidez increíble en tus oídos. Comienzas a creer que estás haciendo mucho ruido y aún te quedan diez metros por recorrer para estar a buena distancia. Y tu aliento como una tormenta, y tu palpitar como un terremoto. Mas nada truena como la hojarasca bajo tus pies, bajo tus botas. Eres un cazador. Caminas lentamente sobre la hojarasca. Cinco metros más por recorrer. Debes llegar a esa roca grande para poder mampostearte. Y llegas. Y ahí está… con toda su belleza y esplendor, imponente, ocupando todo el universo y absorbiendo toda la existencia. Lo vislumbras detenidamente, casi perplejo; te desconcierta tanta inmensidad y hermosura. Por un instante olvidas la impetuosa fogosidad. Luego apuntas.

jueves, 28 de agosto de 2014

El cazador [moderno] V / V


Andrés Santos Schroeder

Último capítulo

Definiendo—y defendiendo — al cazador [moderno]

Para concluir esta disertación ahondaré, buscaré llegar a lo más profundo del concepto de cazador moderno, también conocido como cazador recreativo, cazador de trofeo, cazador turista, cazador deportivo, que es el tipo de cazador que nos interesa, el núcleo y fuente de todas estas entregas. Porque es el cazador actual. Es el tipo de cazador que soy yo y miles de cazadores más.

Empecemos por el aspecto controversial del concepto. A la gente le cuesta trabajo entender la razón por la cual se le denomina deportivo al cazador que caza no por necesidad, sino por fines recreativos y conservacionistas. Este término suscita tal marejada de polémica, que ha llegado a poner en tela de juicio la práctica cinegética desde la primera vez que se empleó el vocablo deportivo junto con la palabra cazador.

¿A qué se debe tanto jaleo por considerar a los cazadores deportistas? A que algunos creen que ello significa que para el cazador matar es un deporte.

Sin embargo, la razón por la cual fue adoptado el adjetivo deportivo para darle un sentido más amplio a la cacería, es porque en los deportes hay una serie de reglas y un código ético estricto que debe y tiene que ser respetado por todo aquel que lo quiera practica. El deporte requiere de disciplina y de una forma muy particular y definida de actuar; es decir, si uno quiero meter un gol con las manos, no estaría jugando futbol, estaría aventando un balón dentro de tres tubos metálicos que sujetan una red de nylon tejido. Eso no es fútbol. Quizá balonmano, pero fútbol no es, puesto que quien arroja la bola con las manos se está desapegando del reglamento futbolístico.

Asesinar una manada de elefantes con minas antipersonal, o acribillar un rinoceronte con fuego de seis o siete fusiles AK-47 bajo ninguna circunstancia constituye una actividad relacionada con deporte alguno; y por supuesto que esto último tampoco puede ser considerado como cacería deportiva. Y es precisamente ése el origen del término.

Dicho lo anterior, se puede entender con mayor claridad la razón por la cual se le dice cacería deportiva a aquella que está regulada por normas jurídicas, leyes, reglamentos deportivos, códigos éticos. El término se usó por primera vez en la Inglaterra colonial. Hoy en día el cazador deportivo o moderno no se distingue de los cazadores de los cazadores del Imperio Británico de antaño en ese sentido. Con ese objetivo, con el de sistematizar la caza, se adjetivó de esa forma a la cacería recreativa.

El cazador moderno o deportivo, es aquel que persigue de manera ética, disciplinada, licita y pertinente, fauna silvestre o animales de caza con el objetivo de abatir un ejemplar adecuado y representativo; de acuerdo con sus recursos, en su propio país o en el mundo, y con el arma que los valores previamente señalados o la ley permitan para ese uso.

Por ende, la cacería moderna o deportiva es el tiempo y esfuerzo que física, mental, monetaria y culturalmente hace un cazador por la cinegética.

Como es el caso con cualquier cazador deportivo, es evidente que la cacería deportiva es mucho más que el simple abate del animal, el abate del animal es el clímax y el final simultaneo de la cacería; es el final necesario natural y fin último de la expedición, mas bajo ningún motivo la cacería en sí. La cacería empieza muchos meses antes o a veces años, con la planeación, el ahorro, y el pago de esta actividad. El tiro para la cacería es el equivalente al putt en el golf, o el encumbrar una montaña para un alpinista. Si el objetivo fuera meter una bola a un hoyo que esta a una gran distancia, sería tan sencillo como tomar un vehículo motorizado usado para practicar este deporte y meter con la mano la bola al hoyo, o para el alpinista la renta de un helicóptero para encumbrar en un día y ahorrarse miles de dólares en equipo, y cientos de horas de riesgosa exposición a los elementos y las alturas, malas comidas y enfermedades de altura.

La cacería es una actividad, como hemos visto, instintiva y mucho más arraigada en el carácter de la gente que la práctica de lo que es a veces entendible. La caza es parte fundamental de la vida para algunos, muchas veces heredada de generación en generación con gran ceremonia y honor, y algunas otras veces aprendida de manera auto didacta, pero con iguales resultados; se podría considerar una pasión y a veces hasta un llamado.

Este grupo de cazadores, los modernos, los deportivos, son a los que les incumbe demandar al modelo económico las implementaciones necesarias para salvaguardar a la biodiversidad por medio del aprovechamiento sustentable. Son estos hombres y mujeres quienes aportan con recursos para combatir la deforestación, la caza furtiva, la extinción de múltiples y diversas especies.

Por lo anterior, es menester que al cazador deportivo se le facilite el acceso a los ecosistemas para aportar a la conservación de las especies. Esto mediante legalidad, mediante regulación y apertura en torno a la actividad cinegética. Porque la cacería ha salvado y, si se le permite, en muchos otros lugares salvará a decenas de miles de especies primarias y secundarias, así como a la biodiversidad que la rodea.

El cazador deportivo está dispuesto a dedicar tanto tiempo, esfuerzo y dinero en la preservación del medio ambiente y sus elementos. La caza deportiva es sin lugar a dudas una pieza fundamental para que la biodiversidad del planeta se conserve y mantenga.

La lógica es simple: el cazador quiere cazar animales y estar rodeado de naturaleza y biodiversidad ¿Por qué querría terminar con ella? Todo lo contrario. El primer interés de un cazador deportivo es preservarla, y hacer esto por medio de un aprovechamiento sustentable que asegure que en el futuro y para las futuras generaciones existan los mismos santuarios para su disfrute y aprovechamiento. Esto habla de un proyecto que si fuese implementado correctamente, podría asegurar más que cualquier cosa, la salvaguarda de la biodiversidad. Es decir, si se efectuara un proyecto abierto a la caza deportiva, se podría salvaguardar y prolongar la vida silvestre en el planeta.

Para eso está—estamos—los cazadores deportivos [modernos]. A eso apunta el cazador [moderno], el cazador de hoy.


miércoles, 20 de agosto de 2014

El cazador [moderno] IV / V


Andrés Santos Schroeder

Penúltimo capítulo

Cacería sustentable y cacería furtiva

Se acerca el final de esta disertación acerca de las actividades cinegéticas, sobre la caza. En este capítulo la intención será desmembrar, deshebrar la caza en sus ramas y tipos para al final, en la última entrega, concluir con la definición del cazador [moderno].

Si bien existen múltples y diversos modos de cacería entre las distintas sociedades a lo largo y ancho del planeta. No obstante, resulta pertinente y sumamente importante diferenciar a las numerosas formas de cacería y tipos de cazadores que concurren el mundo de la caza. Por consiguiente, a continuación comenzaré a describir los diferentes aspectos que distinguen a un cazador furtivo de un cazador de subsistencia; o a uno de estos de un cazador deportivo.

Cazador de subsistencia

El cazador sustentable tiene como enfoque respecto de la caza el mismo que tenían los nativos americanos de Colorado hace 300 años. Su visión se dirigía a un único objetivo, una sola meta: comer, cazar para conseguir comida. Esta cacería por definición y esencia tiene el propósito de poner alimento y proteína en la mesa de las familias.

Actualmente siguen existiendo millones de cazadores sustentables en el mundo. Sin embargo, este tipo de cacería no representa un impulso, un sistema de aprovechamiento sostenible que asegure detener la pérdida de biodiversidad dondequiera que sea implementado. Por ello, esta disertación no se detendrá más en desentrañar el tema de la cacería de sustento.

Cazador furtivo

Hay otro tipo de cazadores, que aunque su forma de cazar es totalmente antiética y contraria a los modos empleados por el cazador sustentable y el deportivo, no por ello dejan de representar otro tipo de cazador.

Los cazadores furtivos son mercantes, traficantes, criminales despiadados. Trafican y mercadean con fauna exótica, con órganos y partes de animales. Aunque cazar un rinoceronte negro en Zambia sea una aberración, estos hombres lo hacen motivados por el valor que puede llegar a tener una daga fabricada con el cuerno de este majestuoso animal en Abu Dabi, por dar un ejemplo. Otros consumidores voraces de cuerno de rinoceronte son los asiáticos, en especial chinos y vietnamitas, quienes pueden llegar a pagar hasta diez mil dólares por un diminuto frasco de cincuenta mililitros de cuerno molido. En China y Vietnam se tiene la estúpida creencia de que esta sustancia, que no es más que uña y pelo puede curar el cáncer o fungir como afrodisiaco.

Pero no solamente en África se practica la caza furtiva. En Rusia y muchos países asiáticos se cazan felinos ilegalmente, al igual que en la India y en Centro y Sudamérica. En todo el mundo, desafortunadamente, hay cazadores furtivos dañando a la fauna y empujando a ciertas especies al barranco de la extinción. ¿Por qué? Porque desgraciadamente, la mayoría de los países donde se encuentran los animales más atractivos para este tipo de cazadores cuentan con gobiernos pobres y débiles, a los cuales les resulta imposible destinar recursos para combatir al furtivismo. A menos que obtengan sus recursos de otras partes, como de la caza legal. Pero ese es un tema que se tratará en la siguiente y última entrega.


El cazador furtivo no respeta los tiempo de veda, mucho menos las temporadas de caza o los límites de abate; no aprovechan la carne y proteína obtenida, y por supuesto que tampoco cazan éticamente. Aunado a lo anterior, lejos de que su presencia presente una derrama económica positiva, significa completamente lo contrario. Para las comunidades, los pueblos, las ciudades y las aldeas significa una pérdida de dinero el control, la prevención y aprensión de estos individuos cuando están operando en sus zonas. Y no se diga la pérdida del valor de cada vida salvaje que tomen bajo su propia jurisdicción y consentimiento, muchas veces, además, sin ningún tipo de preparación, causando sufrimiento y heridas no mortales a los animales contra los que disparan.

Aunque el término que aquí se utiliza sea cazador furtivo, la realidad es que se trata de miserables delincuentes. Por ello, es fundamental hacer notar que mientras menos cazadores deportivos haya en una región, o menos interés se demuestre hacia la vida silvestre por parte de organizaciones que practiquen/vendan cacería legal y ética, mucho mayor es el riesgo que una u otra región caiga bajo el poderío de grupos furtivos, ya que al no haber interés y valor pecuniario en la vida de los animales, es muy caro para el gobierno poder asumir ese costo por sí solos. Como se dijo antes, éstos requieren de los recursos, de la derrama económica que deja la cacería de resultas del valor de la fauna con aprovechamiento cinegético.

Un ejemplo es Kenia, uno de los primeros países en abrir sus puertas al cazador occidental cuando todavía era una colonia de la corona británica. Este país africano siempre gozó de una biodiversidad impresionante y una serie de eco regiones únicas en el planeta. Sin embargo, Kenia cerró sus puertas a la cacería deportiva el año de 1979. Hoy duele Kenia, pues de ser un lugar repleto de fauna y vida silvestre, en la actualidad, fuera de los parques nacionales, representa un lugar casi inhóspito para los animales africanos, Kenia es de los países con menos fauna del continente africano. El rinoceronte negro se considera extinto en este país; la población en tierras públicas de elefantes y leones ha sido gravemente diezmada por grupos de cazadores furtivos, en su mayoría provenientes de Sudán y de la misma Kenia.




jueves, 14 de agosto de 2014

El cazador [moderno] III / V


Andrés Santos Schroeder

Los antropólogos y anatomistas modernos definen algunos rasgos específicos del hombre como características de un depredador natural. Sobre todo y muy en especial el rasgo más distintivo que relaciona al ser humano con los depredadores naturales son los ojos y las cavidades oculares. Éstas, como es sabido, se dirigen hacia adelante, como las de cualquier otra ave rapaz o depredador mamífero.

Este tipo de ojos, enfilados a mirar hacia el frente, están diseñados para acechar, mientras que los ojos de los animales herbívoros, así como la posición  de sus cavidades oculares, están diseñados para precisamente lo contrario: evitar ser presas de un depredador.

Es decir, los caballos, los borregos, los venados, entre otros, debido al posicionamiento de sus ojos, cuentan con una visión lateral en la que presentan un punto ciego directamente al frente y al centro de la cabeza. Sin embargo, este enfoque les permite tener una visión mucho más completa de la circunferencia lateral. La naturaleza, sabia como siempre, diseñó a estas criaturas así para poder ver y prevenir los ataques sorpresa desde los costados y la retaguardia de algún depredador que esté al asecho. De esta forma los animales herbívoros suelen evitar ser presa fácil de los depredadores.

Este fenómeno físico está presente en la gran mayoría de los mamíferos y ovíparos del planeta; y el ser humano, al igual que el lobo, el leopardo, el león o el halcón, tiene los ojos diseñados para acechar.
La cacería es definida como instinto básico que es y ha sido parte del ser humano. La caza siempre ha sido una actividad que algunos hombres la consideran tan natural como la reproducción y la defensa personal, o la protección maternal hacia un hijo. Empero a causa de los cambios que ha venido sufriendo el hombre como especie y la adaptación de éste en su nuevo entorno urbano, la práctica, los modos y las razones por las que el ser humano caza también han cambiado.

Actualmente, es muy difícil tratar de definir a la cacería como una actividad deportiva; y es de ahí precisamente desde donde debemos partir en esta tercera parte la disertación. A la persecución licita, ética y formalizada de especies venatorias hoy en día se le conoce como cacería deportiva. Éste es, a mi parecer, un término poco atinado que hace sonar a la cacería como el deporte de matar, lo cual sería una falacia y una mala interpretación del término y de la actividad en sí.

Esto no quiere decir que al cazar no se ejerza ningún tipo de actividad física que muchas veces podría ser considerada como deporte o ejercicio; el alpinismo, el remo, la caminata, el correr, y a veces hasta el nadar son actividades que podemos encontrar con regularidad durante el proceso que de la caza. Aunque aunado a lo anterior, vale la pena mencionar que la cacería también nos brinda cultura, agudiza nuestros sentidos e instintos y nos acerca con la naturaleza.

Sin embargo estas son solo alguna de las muchas más disciplinas que se requieren para lograr el éxito en una cacería, se cobre la pieza o no; esto último podría sonar contradictorio pero la realidad es que el éxito de una expedición cinegética rara vez se juzga por pieza abatida, ya sea en cantidad o calidad. El éxito más bien radica en la aportación pecuniaria que se realiza para la conservación de la fauna y la flora del lugar donde se realiza dicha expedición, así como en el compañerismo que surge de este tipo de viajes, del conocimiento de otros mundos, del abrazo íntimo con el planeta y del conocimiento a fondo de la especie que se busca cazar.