miércoles, 20 de agosto de 2014

El cazador [moderno] IV / V


Andrés Santos Schroeder

Penúltimo capítulo

Cacería sustentable y cacería furtiva

Se acerca el final de esta disertación acerca de las actividades cinegéticas, sobre la caza. En este capítulo la intención será desmembrar, deshebrar la caza en sus ramas y tipos para al final, en la última entrega, concluir con la definición del cazador [moderno].

Si bien existen múltples y diversos modos de cacería entre las distintas sociedades a lo largo y ancho del planeta. No obstante, resulta pertinente y sumamente importante diferenciar a las numerosas formas de cacería y tipos de cazadores que concurren el mundo de la caza. Por consiguiente, a continuación comenzaré a describir los diferentes aspectos que distinguen a un cazador furtivo de un cazador de subsistencia; o a uno de estos de un cazador deportivo.

Cazador de subsistencia

El cazador sustentable tiene como enfoque respecto de la caza el mismo que tenían los nativos americanos de Colorado hace 300 años. Su visión se dirigía a un único objetivo, una sola meta: comer, cazar para conseguir comida. Esta cacería por definición y esencia tiene el propósito de poner alimento y proteína en la mesa de las familias.

Actualmente siguen existiendo millones de cazadores sustentables en el mundo. Sin embargo, este tipo de cacería no representa un impulso, un sistema de aprovechamiento sostenible que asegure detener la pérdida de biodiversidad dondequiera que sea implementado. Por ello, esta disertación no se detendrá más en desentrañar el tema de la cacería de sustento.

Cazador furtivo

Hay otro tipo de cazadores, que aunque su forma de cazar es totalmente antiética y contraria a los modos empleados por el cazador sustentable y el deportivo, no por ello dejan de representar otro tipo de cazador.

Los cazadores furtivos son mercantes, traficantes, criminales despiadados. Trafican y mercadean con fauna exótica, con órganos y partes de animales. Aunque cazar un rinoceronte negro en Zambia sea una aberración, estos hombres lo hacen motivados por el valor que puede llegar a tener una daga fabricada con el cuerno de este majestuoso animal en Abu Dabi, por dar un ejemplo. Otros consumidores voraces de cuerno de rinoceronte son los asiáticos, en especial chinos y vietnamitas, quienes pueden llegar a pagar hasta diez mil dólares por un diminuto frasco de cincuenta mililitros de cuerno molido. En China y Vietnam se tiene la estúpida creencia de que esta sustancia, que no es más que uña y pelo puede curar el cáncer o fungir como afrodisiaco.

Pero no solamente en África se practica la caza furtiva. En Rusia y muchos países asiáticos se cazan felinos ilegalmente, al igual que en la India y en Centro y Sudamérica. En todo el mundo, desafortunadamente, hay cazadores furtivos dañando a la fauna y empujando a ciertas especies al barranco de la extinción. ¿Por qué? Porque desgraciadamente, la mayoría de los países donde se encuentran los animales más atractivos para este tipo de cazadores cuentan con gobiernos pobres y débiles, a los cuales les resulta imposible destinar recursos para combatir al furtivismo. A menos que obtengan sus recursos de otras partes, como de la caza legal. Pero ese es un tema que se tratará en la siguiente y última entrega.


El cazador furtivo no respeta los tiempo de veda, mucho menos las temporadas de caza o los límites de abate; no aprovechan la carne y proteína obtenida, y por supuesto que tampoco cazan éticamente. Aunado a lo anterior, lejos de que su presencia presente una derrama económica positiva, significa completamente lo contrario. Para las comunidades, los pueblos, las ciudades y las aldeas significa una pérdida de dinero el control, la prevención y aprensión de estos individuos cuando están operando en sus zonas. Y no se diga la pérdida del valor de cada vida salvaje que tomen bajo su propia jurisdicción y consentimiento, muchas veces, además, sin ningún tipo de preparación, causando sufrimiento y heridas no mortales a los animales contra los que disparan.

Aunque el término que aquí se utiliza sea cazador furtivo, la realidad es que se trata de miserables delincuentes. Por ello, es fundamental hacer notar que mientras menos cazadores deportivos haya en una región, o menos interés se demuestre hacia la vida silvestre por parte de organizaciones que practiquen/vendan cacería legal y ética, mucho mayor es el riesgo que una u otra región caiga bajo el poderío de grupos furtivos, ya que al no haber interés y valor pecuniario en la vida de los animales, es muy caro para el gobierno poder asumir ese costo por sí solos. Como se dijo antes, éstos requieren de los recursos, de la derrama económica que deja la cacería de resultas del valor de la fauna con aprovechamiento cinegético.

Un ejemplo es Kenia, uno de los primeros países en abrir sus puertas al cazador occidental cuando todavía era una colonia de la corona británica. Este país africano siempre gozó de una biodiversidad impresionante y una serie de eco regiones únicas en el planeta. Sin embargo, Kenia cerró sus puertas a la cacería deportiva el año de 1979. Hoy duele Kenia, pues de ser un lugar repleto de fauna y vida silvestre, en la actualidad, fuera de los parques nacionales, representa un lugar casi inhóspito para los animales africanos, Kenia es de los países con menos fauna del continente africano. El rinoceronte negro se considera extinto en este país; la población en tierras públicas de elefantes y leones ha sido gravemente diezmada por grupos de cazadores furtivos, en su mayoría provenientes de Sudán y de la misma Kenia.




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